Más de una vez me han dicho que hablo “como si estuviera brava”, que “se me nota la rabia”. Me lo han dicho, según he entendido por el contexto, como si fuera algo malo, algo que debería corregir y controlar para verme “mejor” o para ser “buena”.
(Esto, obvio, también tiene que ver con las expectativas desiguales que tenemos para hombres y mujeres: un hombre con rabia es un hombre despierto, activo. Una mujer con rabia es una histérica que no se sabe controlar. Pero dejemos ese tema para otro día).
Yo me siento orgullosa de mi rabia, sobre todo ahora, que estoy en el proceso de aprender a aceptar, entender y hasta querer todas mis emociones. Mi rabia es el origen de mi trabajo; todo lo que comparto aquí, todo lo que he escrito, las charlas que he dado, las reflexiones que he compartido, vienen de alguna manera de la rabia.
Me da rabia que estemos acabando con la biósfera, me dan rabia la desigualdad, el especismo, el capitalismo, el patriarcado, me da rabia la manipulación de los medios de comunicación, la deficiencia de los sistemas educativos, las tradiciones horribles que violentan a otros seres, las ideas que tenemos clavadas en la cabeza y que tanto nos cuesta sacar para aprender a vivir de otra manera.
Todo eso me da rabia porque pone en peligro las cosas que amo, así que todo mi trabajo viene también del amor: amo a los animales, amo la biósfera, amo (a pesar de lo difíciles que somos) a los humanos; por eso siento una motivación profunda por hacer cosas que considero que nos benefician a todxs.
Cuando aceptamos que la rabia existe y —tal vez más importante— cuando la valoramos como parte de nuestro paisaje emocional, podemos entenderla, integrarla y transformarla.
Dejemos de pensar que la rabia es “mala” o “indeseable”. La rabia es importante. Cuando la realidad es este disparate de injusticia y opresión, la rabia es imprescindible.
Sí. Se me nota la rabia; y menos mal: me daría vergüenza vivir lo que estamos viviendo y no tener rabia. Así que lxs invito: aprendamos a usar la rabia para cuidar lo que amamos, que la rabia es la raíz del activismo.
(Gracias @podcasteltopo por la mini-conversación que me llevó a esta idea).